La creación del Hotel Huerto del Cura en Elche

Septiembre 2021. Se van a cumplir 50 años ¡medio siglo! del inicio del hotel Huerto de Cura. Seguir con vida y con claros recuerdos, con claridad mental, es todo un récord muy de agradecer al Altísimo. Llega a mis manos un comunicado de José Orts Serrano de fecha 26-4-12, titulado: “Así nació el Hotel Huerto del Cura”. Como me nombra sucintamente me voy a permitir puntualizar, cómo y por quién, se creó el hotel. 

Mi nombre es Consuelo Martínez-Correcher y Gil, llamada Chola desde la cuna, casada desde 1957 y hasta su fallecimiento en 1997, con el Doctor Arquitecto Urbanista, Matemático y Maestro Ceramista, Miguel Durán-Loriga y Rodrigáñez.

Con él y mis padres estuvimos en Abril 1958 visitando el Huerto del Cura, aún era el precioso y único jardín-huerto, ya propiedad del matrimonio Orts Serrano.


Fotos de la revista T. A.

Tenía entonces aquél sitio, amén de una antigua fama desde el S.XIX, toda la autenticidad de ser un huerto y de un cura, un huerto de palmeras, que podía enlazar con una tradición milenaria de la civilización mediterránea. Un huerto de palmeras, que no un palmeral, ese sí, rodeaba Elche con su espeso bosque de palmeras de origen fenicio, y siendo por ende, el palmeral más septentrional de Europa. 

Mi familia paterna de origen valenciano, y la predilección por parte de mi madre del clima de la costa levantina, hacían que pasáramos frecuentes temporadas tanto en Valencia como en Alicante. En una de aquellas estancias mi marido me anunció que iba a aceptar un encargo con el propósito de qué yo me encargara de él. 

Por entonces tenía mis estudios terminados, en 1964, de arquitectura de interiores, nº1 de la primera promoción, además que pasar la Primera Reválida Oficial en la primavera de 1971, y ser miembro del Colegio Oficial de Arquitectos de Interior –Decoradores. Había fundado ALARIFE (Taller de Decoración) donde trabajaba con dos amigas colegas y socios y con encargos de conocidos arquitectos. En I.A.D.E. quedé como profesora adjunta de Proyectos III. En 1972 empecé mi tercera carrera y definitiva profesión, en la inicial “Escuela de Jardinería y Paisajismo del Castillo de Batres”, hoy desaparecida, donde acabé en 1976, de nuevo nº1, de nuevo como profesora titular de “Historia del Arte del Jardín”, también como arquitecto paisajista, con reconocimiento internacional, tras cinco años de estudios. En cualquier caso mi trayectoria profesional puede consultarse en el Diccionario de la Real Academia de la Historia, está en la red. 

Citar a las personas, más a los profesionales, con sus apellidos completos debería ser obvio. Enunciar la formación de Miguel Durán-Loriga y Rodrigáñez , se resume brevemente. Era un genio. Como dibujante, acuarelista, ceramista, arquitecto, urbanista, matemático, profesor universitario, diseñador, escritor, ensayista, empresario, emprendedor, introductor, innovador, director, y como “genio”, no se promocionaba a si mismo. Un creador no tiene tiempo para ello Todo lo consiguió sin ayuda de nadie. Esa era su “gracia”, una de ellas. Por sus obras le conoceríais.

Además tenía un sentido el humor extraordinario y propio. No era el “gracioso”, ni el cuenta chistes, era el brillo súbito y preciso de su inteligencia, en el momento oportuno, más sus especiales modulaciones de voz. Sin mover un músculo de la cara.

A la propuesta de Miguel respondí, sin saber muy bien de que se trataba, que no.Yo también tenía mi “corazoncito” de ama de casa, madre, e hija, de familia. Me acabó convenciendo de qué podíamos intentarlo los dos juntos. Fuimos desde Alicante a Elche a ver en qué consistía la propuesta. 

Frente al “Huerto del Cura, estaban en el palmeral, los “Viveros Huerto del Cura” que regentaba José Orts Serrano, con predilección en plantas crasas, cactáceas y como no, palmáceas. Al lado, en otras parcelas del palmeral, los arquitectos de Elche Martínez Blasco habían levantado en primera línea del mismo unas estructuras de cemento sin terminar, de un presunto edificio principal y otras estructuras menores- creo que eran tres- entre las palmeras. Esta aparente singularidad venía impuesta por la normativa ilicitana de no poder cortar palmera alguna para edificar, en cuanto a ocupación del suelo, en cuanto a ocupación aérea no se podía invadir el espacio de las copas con edificación en altura. Esto estrictamente en zona del palmeral, qué era el caso. 




Recuerdo aquellas estructuras inconclusas donde aparecía algún paramento no arquitectónico, en curva y con óculos, unas circunferencias caladas ¿para otear al otro lado? Ignoro los motivos de los Orts en cuanto a solicitar el concurso de otro profesional. Lo de M. D-L. (como será denominado en adelante) fue concluyente, no actuaría sin que se les comunicase la no continuación del encargo y siempre que se les proveyese de los honorarios profesionales correspondientes. 

Una vez efectuadas estas condiciones M.D-L. eliminó todo lo que no era básicamente estructural, que aprovechó para aumentar el tamaño del edificio central, elevar paramentos, suelos, techos internos, escaleras, toda la distribución, edificar fachadas, elegir materiales, colores, y aumentar el número de los “bungalows”, proyectados en totalidad por él, que constituirían las habitaciones de los clientes. Diseñar la situación, el tamaño, la forma de la piscina-laguna. Todo lo interno quedó a mi cargo.El tándem arquitecto proyectista-constructor y la arquitecto de interiores supimos desde nuestro enclave en Madrid lo difícil que iba a ser encontrar muebles, enseres, telas, lámparas, acordes a nuestro criterio, para un obra que día a día se perfilaba en nuestras mentes, diferente, innovadora, no impositiva de un tipo de hotel más o menos cómodo y lujoso, tenía que reflejar la esencia del lugar, la luz mediterránea, el lugar apacible, su clima amable, y la secular vegetación única. 








A lo largo de la vida de M. D-L. toda obra suya fue una creación sin parecido a ninguna otra, incluso entre las suyas. Su amor a la cerámica, tan mediterránea, tan “salida de la tierra”, tan cálida, tan ancestral de origen, tan “viva”, una vez salida de sus manos era una absoluta novedad. Repetía: “Lo más original es volver al origen”. Como dice José Orts Serrano:”En el Hotel Huerto del Cura había que inventarlo todo”. Y así lo hicimos Miguel y Chola, recurrimos a muy pocos profesionales proveedores, sabiendo que en aquellos años las propuestas comerciales no respondían a la cualidad exclusiva, propia, con la que pretendíamos dotar al complejo, un lujo que no se asentaba en los oropeles, los barnices, lo manido, lo que nunca haría “cuerpo” con la eseidad del sitio, y sin degradarlo, conseguir enfatizar su esencia del pasado y abrirlo al futuro. 




Elegidos por nosotros dos, sabiendo su calidad, recurrimos a creadores amigos nuestros, lo demás fue diseñado “ex novo”, tanto por M.D-L., como por mi humilde persona. Viajábamos continuamente Madrid-Elche-Madrid, casi siempre en nuestro coche. Nuestro cuartel general era el Hotel Carlton de Alicante, tristemente desaparecido, hasta que alguna de las habitaciones estuviese terminada. Vimos como iba surgiendo una criatura nueva, única,”nuestra”. 

Cuando mi marido exponía a un cliente como él veía qué había que hacer, tenía un poder de convencimiento con razonamientos tan distintos a lo habitual que dejaba deslumbrado al potencial cliente y casi siempre lo convencía. Ese es el mérito de José Orts Serrano captar la creatividad de un arquitecto para él desconocido y la belleza de sus propuestas. Él convenció a su madre, la primera, y a sus hermanos después, de arriesgar un capital privado para realizar lo nunca visto, y eso no es fácil de aceptar. Ella fue decisiva, su talento natural le hizo aceptar propuestas inesperadas, y a continuación sentarnos a su mesa casi como si fuéramos de la familia, con sus inolvidables arroces. 






Aquel Hotel Huerto del Cura resultó una realización identificada con el paisaje y Pepe - J.O.S-, con su asentada trayectoria de viverista aportó una plantación complementaria, bajo las cúpulas de las altas palmeras, creó un “soto bosque” semi-tropical plenamente conseguido, que ocupaba todo el terreno con la única trama practicable de los senderos para llegar a cada casita, o grupo de casitas, donde alojarse y descansar, lejos de la recepción, el bar, la piscina, los salones, la terraza, el restaurante, el “grill”, sitios para relacionarse en espacio diversificados, algunos con peculiares nombres de raigambre local: El Aljibe, la Mangrana, El Infante Don Juan Manuel, Els Capellans, nombres que proponíamos y discutíamos con Pepe –J.O.S- y su mujer Marisol Pérez. Mención aparte merece señalar que nunca en la época de creación del hotel H. del C. ejerció como “asesora artística” aquella encantadora y jovencísima Marisol, luego Sol, dedicada de lleno a la meritoria formación de una gran familia y a su cuidado. Posteriormente al ir conociendo la cerámica de Miguel quedó fascinada y empezó una profesión como ceramista, actividad a la que nunca ha renunciado en toda su vida. 

Volviendo al matrimonio de arquitectos, como no mencionar la verja que cerraba el espacio del hotel. Es una obra exclusiva como todo, específica para el hotel H.del C: diseño de M. D-L concretamente inspirada en las palmeras y su color tomado del naranja de los estípites de esa planta. Como las letras del nombre anunciador que proceden de un Abecedario creado por él. El logotipo de un círculo con las palmas de la copa casi como una estrella, las cartas, los menús, las envueltas de las cerillas. Todo invención suya. El material elegido para recubrir todos los suelos eran unas pequeñas losetas de Grés de Artois color marrón oscuro, lo que producía un sentido de unidad general, facilidad y frescor por su limpieza al agua, y adaptación al clima.

Mi parte fueron, en la zona central, los muebles-lavabos de formica azul marino, con los emblemas indicativos en las puertas en bajo relieves de latón grabado a mano por mí, con figuras de viejos lobos de mar y efigies de sirenas, para sustituir “aquello” de caballeros y damas. 

Nada convencional, nada habitual, nada banal, formó parte de un hotel diseñado de punta a punta. Son igualmente logros míos la cafetería al completo, su mostrador- barra, sus construidas mesas-asientos integrados en los muros recubiertos de un módulo seleccionado de la cerámica Alfaraz (nombre comercial de la cerámica de M.D-L), el dosel escalonado que recubría la zona de barra, todo revestido con el mismo módulo cerámico, me negué a que aparecieran visibles los habituales aparatos eléctricos relegados al “office” trasero donde se procedía a esos servicios. Y el color, un tono rojo vino apagado de la cerámica que conjugaba con algunos paramentos con espejos teñidos de similar color que rompían los límites visuales agrandando el espacio y donde se reflejaban en un repetido juego óptico las líneas geométricas de las piezas cerámicas. Los únicos “muebles” eran los taburetes de la barra y en un espacio singular a modo de palco con ventanas redondeadas frente a las palmeras, donde sí había un banco de obra a como asiento y sus mesas de madera oscura con pies de inspiración “Art Deco”, sitio que invitaba a pequeñas reuniones, y de acceso libre para los no residentes en el hotel. 

En el “grill” denominado “Infante Don Juan Manuel”, aquí sí, todo el suelo con la misma moqueta qué en el inmediato gran salón, únicos espacios con ese tratamiento para marcar una permanencia especial. Era de color almagra tan usado por los romanos y que enlazaba cromáticamente con los anaranjados inspirados por las palmeras. En el pequeño “grill”, la moqueta cubría suelo y paredes donde todo alrededor formaba, al nivel visual de personas sentadas, un pliegue para alojar un estrecho friso de cerámica de MD-L, con un continuo cortejo de caballeros medievales y una iluminación indirecta, de toda esa estrecha “banda”. La moqueta seguía hasta el techo donde unos a modo de continuos cajones colgantes, tapizados de la misma, de formas hexagonales alojaban la luz que se transparentaba por unos planos compuestos de rectángulos cruzados y superpuestos de metacrilato translúcido, verde, rojo, azul y amarillo, colores puros, que por transparencia de la luz hacia asemejar un techo a modo de una moderna composición y cromatismo mudéjares. Un paramento lateral, de este exclusivo y “cerrado” recinto, este todo de cristal de suelo a techo, se abría al jardín y a la piscina –laguna, iluminados durante su única utilización nocturna. La vajilla y las copas a modo de cálices eran piezas creación de M D-L, para continuar el ambiente evocador medieval relacionado históricamente con Elche, de ahí el nombre. 

Finalmente el gran salón en planta baja con vistas a la piscina-laguna y al palmeral-jardín, sus fronteros paramentos acristalados en toda su superficie, partes de esa fachada conformada en quiebros, verticales absolutos, de la arquitectura decidida por M.D-L. sus lienzos ciegos externos recubiertos con murales de módulos repetidos de cerámica “Alfaraz”, del peculiar amarillo de los dátiles aún en los racimos. Las restantes paredes en blanco (color matizado casi imperceptiblemente con rosa, lección que debo a Gustavo Torner, para suavizar la excesiva refracción del blanco a la luz diurna), sin un solo cuadro colgado en ellas, para no perturbar la calidad pictórica de aquél paisaje antropizado con maestría, este sí por J.O.S. 

Esa condición de no competir con las vistas primó en todas las edificaciones del hotel en la autenticidad de su primigenia época. La misma moqueta y su color ya descritos, cubrían toda la gran superficie del suelo del salón, lugar de estancia general para residentes y usuarios temporales, en búsqueda de amortiguar los sonidos de pasos y conversaciones, y resaltar sobre un espacio horizontal unitario el amueblamiento necesario, asientos, mesitas e iluminación. 

De confortables módulos ajustables como si se tratara de un “puzzle”, se componían a modo de “sofás” más o menos largos o “butacas” individuales, para formar corrillos, en formas redondeadas tapizadas de brillante charol azul marino, en una realización encargada a Paco Muñoz de Madrid. Otra vez la combinación cromática respondía a M.D-L, admirador de la atrevida elección de azul y naranja elegida por Miguel Ángel para la Guardia Suiza del Vaticano. Aunque le oí alguna explicación para pusilánimes, son color mar y palmera. M D-L siempre decía “el color es un material más”. 

Las “mesitas” fueron diseñadas por C.M-C expresamente para ese sitio en metacrilato grueso transparente en forma de cajas, en cuartos de circunferencia pensadas como mini-invernaderos para plantas vivas, crasas y cactáceas en su interior, con aireación y riego estudiados. 

Las numerosas lámparas de mesa y de pie, ninguna en techo ni en pared, para crear una iluminación baja y localizada voluntariamente, eran diseño de Miguel Milá, arquitecto de Barcelona y gran amigo de M.D-L., compuestas de pies cromados y pantallas circulares de metacrilato blanco lechoso, de gran ligereza. La víspera de la inauguración llegaron en un camión acompañadas del conde de Milá, hermano mayor del diseñador y de un importante miembro de su organización, para comprobar dónde iban a quedar situadas. 

La estética del salón se basaba en el contraste entre la textura mate de la moqueta, el brillo acharolado de los asientos y el orden riguroso, medido centímetro a centímetro, de toda la colocación, con las mesitas con plantación, y las lámparas ligeras que esparcían una luz tamizada. En aquella ocasión esta decoradora, C.M-C., arrodillada en el suelo comprobaba la exactitud, según plano y metro en mano. Ajeno a mí presencia, Milá exclamó: “¡Pero esto es co….do! ¿Quién lo habrá hecho?” Levanté una mano y contesté medio en broma: “servidora”. Me precio de aquella alabanza. 

En los paramentos acristalados se instalaron desde el techo visillos de urdimbre rústica color rosa pálido, dispuestos para correrlos en horas de sol o con motivo de alguna celebración temporal en la piscina, como medida de privacidad para no ser observados desde el salón por los no participantes expresos. Elegidos en Tapicerías Gancedo de nuestro amigo Fernando Gancedo en Madrid. Es justo recordar que las mesitas de metacrilato fueron realizadas por un industrial de Manises, al que reconozco su pericia en interpretar mis diseños de mesas, juegos de sociedad y lámparas de techo, todo para el Hotel H. del C. Ante mi sorpresa realizó a diferente tamaño mi diseño de figuras de ajedrez y me lo envió a Madrid como regalo.

Siempre reconocí y lo repito aquí, la rapidez en interpretar nuestros diseños de todos los obreros, grandes artesanos, y la destreza de realización de nuestras propuestas a veces indicadas en un esbozo en tierra mediante un palo, lo captaban admirablemente, eran verdaderos artistas. En la celebración previa a la inauguración oficial, cena de gala con señores de “smoking” y señoras con vestido de noche largo, los artífices fueron invitados con sus familias a un acto especial al que acudió el arquitecto con Pepe, J.O.S., aquellos invitados preguntaron por mí:” ¿Dónde está? Aquí no de celebra nada sin Chola”. Me sentí orgullosa de ese homenaje. 

Llegó el éxito de público, en la familia Orts convirtieron sus inversiones en verdaderas fortunas. Lo pactado de palabra con nosotros nunca llegó a ser. No lo voy a relatar. Ni Miguel ni yo estábamos en eso. Si recuerdo que años más tarde, ya sin Miguel, estando en la zona llamé por teléfono a Pepe para saber de ellos, en esa conversación me dijo: “Nos cambiasteis la vida”. Así fue. Lo que les dimos a la familia Orts nunca nos lo hubieran podido pagar. Si el creador hubiera instituido patentes, hubiera percibido sus royalties, no eran esos sus objetivos, solo buscaba la belleza. Ahora no queda nada. Sí, mi archivo y un ejemplar de la revista “T.A“(“Temas de Arquitectura y Urbanismo) dedicado a esa obra. 

Con el hotel terminado siguieron los encargos. El Ayuntamiento retiró de la plaza mayor un decimonónico templete de música y encargaron a Miguel una fuente monumental para reemplazarlo, el proyecto fueron una módulos en cerámica superpuestos en varias alturas, repitiendo los estípites de donde parten las palmas en toda palmera, en otro homenaje a la especie vegetal que da fama, desde milenios a Elche, con inspirados colores verdi-ocres, de donde surgía el agua y caía en cascadas para remansarse en el vaso final. Quienes tuvieron la ocurrencia de desmontarlo y deteriorarlo, lo trasladaron a las proximidades del parque público municipal, lejos del centro. Ignoro si volvió el kiosco de música. 

Mª Dolores Orts Serrano recién casada adquirió un ático en un lateral de esa plaza, el nuevo matrimonio me contrató para planificar la distribución del piso con las particularidades que deseaban, que preveía habitaciones para sus futuros descendientes. Me llevé el plano a Madrid al no requerir mi presencia el trabajo salvo una visita previa para conocerlo. Devolví los planos con todo lo requerido y recibí una llamada telefónica de Marisol Pérez, su cuñada, para decirme que estaban estupefactos incluyendo a su propio padre arquitecto de ese edificio, por haber logrado proyectar todo lo solicitado, cuando ella no había comprado ese piso desaconsejada por su propio padre y arquitecto del edificio “por que de ese ático no se podía sacar partido para una familia”.Y qué si quería trabajar con él. Mi proyecto se hizo, lo pude ver terminado y en ese ático ha vivido esa familia, con los niños según llegaron. 

Entonces Pepe Orts Serrano solicitó a M.D-L. un proyecto de vivienda unifamiliar para construirla en una parcela suya del palmeral. Era el momento idóneo, con los años transcurridos en Elche, Miguel se había identificado con su paisaje, y conjugó: “De palmeras a Egipto, de ahí a pirámide, de una casa para viverista a una como invernadero, y por ello de materia transparente”… 

Y proyectó una vivienda para un viverista, un invernadero en forma de pirámide de cristal, rodeada de palmeras. Extrapolar la imagen reiterativa de las palmeras le llevó a Egipto y de ahí a la pirámide. El proyecto era fascinante, sé que las dificultades de aireación, aclimatación y privacidad visual estaban resueltas, Pepe estaba fascinado, el resto de la familia se echó atrás, y renunciaron. Enterado el hermano mayor anunció que él si quería esa casa. Al poco tiempo inesperadamente falleció, no supimos más de los planos, ni si alguien los ha guardado. Era un proyecto de pirámide de cristal doce años antes que la del Louvre. 

De nuevo J.O.S. compró un piso para vivir en él, lo principal de la decoración se me encargó, el dormitorio principal todo diseñado por mí, con adquisición de los materiales necesarios en Madrid, incluso se realizó la colcha de la cama según mi diseño. También el salón comedor, los muebles niquelados y de cristal y unas gradas ascendentes para sentarse en ellas en distintos niveles, todas recubiertas de moqueta en tono crudo con cojines en ante de colores distintos y dibujos geométricos, enfrente a una chimenea de leña con una embocadura de piezas de cerámica de M.D-L en tonos acordes al de la moqueta y lo más singular, todo un paramento con un mural que Miguel creó para Pepe, representando el Edén con Adán y Eva sosteniendo la manzana y la serpiente entre árboles y plantas floridas, como imagen del primer jardín, para un viverista. Finalmente se mudaron a una casa a las afueras de Elche, el mural quedó sin traslado, y nunca más se supo de él. Años más tarde estando sola en Alicante vino J.O.S. a encargarme la restauración del H. del H. del C. le contesté qué llamara a M.D-L. qué la estética era únicamente suya, lo hizo, y aún empezó esa recuperación, sin tiempo ya para concluirla. 

He visto las desgraciadas fotos que figuran en Internet del actual hotel. Es un horror. No queda casi nada de lo que fue y tenía que haber seguido siendo. Quienes lo hayan destruido, y los que no supieron defenderlo lo sabrán, han destruido una obra de arte en la que se podía vivir, soñar, reír. Un remanso de complacencia, alegría y gracia bajo cúpulas de frescor y sombra, y el silencio modulado por el leve rumor cimbreante de alguna brisa meciendo las palmas Todo creado por Miguel Durán –Loriga, no puede atribuírselo nadie. El Hotel Huerto del Cura, ya era un clásico. Lo que debe permanecer inalterable, para conturbarnos íntimamente. Dijeron que él no hacía la competencia a la naturaleza, ésta tampoco se la hacía a su arte. Ese “binomio” suele ser único.

Comentarios

  1. Soy José Juan Fructuoso (1970) arquitecto de Elche , y me ha emocionado su escrito. Llevo años intentando averiguar quien es el 'verdadero' autor del hotel y sus 'circustancias', y si no es por su escrito (al que he llegado al buscar su nombre en Google, después de leer el escrito del sr. Orts), su historia hubiese quedado en el olvido.
    Gracias por contribuir a la Belleza con tanta humildad.
    Creo que el original Hotel Huerto del Cura ha sido la mejor obra artística de la ciudad de Elche, creadora de una identidad difícil de superar.
    Ojalá se pudiese algún día recopilar todo el material gráfico del proyecto y promover una exposición retrospectiva que hiciese justicia a la obra, a sus autores y a la Historia.

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    1. Soy Jacobo Durán-Loriga, el hijo mayor de Miguel y Consuelo. Gracias por estos comentarios que he leído a mi madre y que le han encantado. En cuanto al material documental sobre la apariencia original del Hotel, le puedo sugerir intentar conseguir el nº 156 (junio de 1972) de la revista T. A. (Temas de Arquitectura y Urbanismo) que dirigía mi padre y que contiene un amplio reportaje con planos y fotografías del hotel. Algunos números de la revista se venden de segunda mano (Todo colección y similares).

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